En la actualidad, en una apresurada calle de cualquier ciudad, es fácil encontrar una persona enviando un mensaje, correo electrónico o hablando a cualquier parte del mundo utilizando un pequeño dispositivo portátil. Algunos años atrás, para cualquier niño el verbo navegar le haría pensar en grandes barcos y viajar al océano. En el contexto actual, un pequeño utilizaría sus dedos para llevarnos a navegar desde su teléfono móvil por el océano infinito denominado Internet. Pero para el mundo adulto la navegación por la red es un gran misterio envuelto en una intensa obscuridad, donde el miedo a lo desconocido y al ataque de grandes monstruos hace esconder los barcos y cerrar los puertos. El conflicto generacional enfrenta la audacia contra el miedo, por un lado los inexpertos niños y jóvenes descubriendo nuevos mundos y por el otro los adultos temerosos y con la mínima intensión de enfrentar la nueva aventura. Los vientos de cambio soplan y el momento de decidir la dirección debe ser tom
La dinámica de la época actual nos enfrenta a un universo en movimiento, donde solo existe una constante: EL CAMBIO. Ante este escenario puedes actuar de dos formas: quejarte por toda la vida o adaptarte al inestable momento. El tiempo de adaptación depende de tu capacidad para deshacerte de costumbres y de la valentía para enfrentar los nuevos paradigmas. Lo sé, es difícil enfrentar viejos fantasmas y mucho más difícil derrotarlos, pero también estoy seguro que muchos de esos seres sólo están en nuestra mente. También es cierto, que es necesario alzar la voz ante lo injusto, pero nuestros reclamos siempre deben ir acompañados de propuestas y diálogo, no sólo esperemos la transición, GENEREMOS las transformaciones. En el país, los vientos de cambio soplan muy fuerte y en el ámbito de la educación no podemos estar alejados de esta realidad. La RIEB, la Jornada Ampliada, los nuevos Lineamientos de Carrera Magisterial, más lo que se le ocurra a nuestras autoridades y sindicato, han desest